مستخدم نزيل
12 يوليو 2025
Después de pasar seis noches en este hotel, puedo decir que, desde mi punto de vista, ha sido una de las peores experiencias hoteleras que he tenido. Empezando por lo básico: solo hay un ascensor para las cinco plantas del edificio principal. Las habitaciones estándar ya son bastante claustrofóbicas de por sí, pero cuando se abre el sofá cama para hacerlas triples, la situación se vuelve absurda: no se puede ni abrir la puerta del balcón. Los baños están anticuados. No hay platos de ducha, solo bañeras bastante viejas, con picaduras que intentan disimular sin éxito. El cabezal de la ducha está en mal estado, las juntas de los azulejos levantadas y sucias... En fin, una renovación urgente no les vendría mal. En el lado positivo, la limpieza ha sido impecable. Nuestra camarera de piso, Rocío, fue atenta y con muchos detalles. ¡Muchas gracias, Rocío! La zona de tumbonas y sombrillas está bien organizada. Los socorristas, especialmente Silvia, han sido muy atentos con los niños. Mi hija Lola se va feliz gracias a ella y los toboganes. Ahora, lo peor con diferencia: la comida. Lo del bar de la piscina es una tomadura de pelo. Los platos tardan muchísimo, la presentación es pésima, el pan de los sándwiches está seco y duro (que como sugerencia podían echar mayonesa al sándwich club o un poco de mantequilla al mixto), y las pizzas... directamente congeladas, no frías: congeladas nos vino un día. Y aún así, los precios son de restaurante de categoría. Un despropósito absoluto. Pero lo del buffet es directamente inaceptable. La variedad es mínima, las elaboraciones pocas, repetitivas y mal gestionadas. Más de una vez había solo 2 ollas disponibles de 10, y los clientes teníamos que esperar 10 o 15 minutos a que repusieran arroz o guisos básicos. Y cuando llega, te dicen que hay que tener paciencia con una sonrisa de suficiencia. Perdón? Esto es un buffet. La comida tiene que estar lista y disponible; no puedes tener a un hotel lleno esperando a que repongan platos básicos. Un hotel con este volumen de huéspedes debe prever la demanda. No es cuestión de paciencia: es cuestión de planificación y respeto, que precisamente barato no es. Y sin embargo, lo que salva al hotel, lo único que hace que no sea una experiencia completamente negativa, es el personal. Los camareros son simpáticos, atentos y siempre dispuestos a ayudar, con una sonrisa pese a las condiciones. Especial mención a Atenea, que ha echado el mismo tiempo que yo en el hotel y siempre con una sonrisa. Y, la joya de la corona: el equipo de animación… simplemente maravilloso. Las chicas de los peques —M. Paz, Rocío, Isa, Silvia, Manu y Migue— se ganaron a todos desde el primer día. Cariñosos, divertidos y muy profesionales. En adultos, Felipe siempre atento, parándose cuando te cruzas con él con una palabra amable y asegurarse de que estábamos bien. Gonzalo, con su guasa, hacía que todo fuese mucho más divertido. Y Jose… aunque Jose me debe unos patos, tengo que decir que es brillante e
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